¿Qué
puede escribir una pequeña estrella sobre el Sol?
Seguramente
se llene la boca hablando de que los une una gran amistad, de que mucho
tiene que ver su fulgoroso resplandor con los consejos que ella le dio en
algún determinado momento; puede llegar a escribir que fue ella quien se
lo presentó al mismísimo Maestro para que lo ubique como centro de
algo... que lo acomode en algún laburito, bá.
Menos
probable es que se tome un tiempo y responda cauta y concienzudamente, que
explique, detalle, y racionalice los temas que más le competen a tan
grandioso astro.
Casi
con total seguridad no exhortará las virtudes del Sol. Tiene ácido gusto
a imposible que se declare luminosamente inferior, caloríficamente disminuida
o, tal vez, que reconozca que su vida es, comparada a la de Febo, un
chispazo en el medio de la nada.
Usted,
con frente grave y el entrecejo fruncido se preguntará si las drogas que
consumo son nuevas o simplemente estoy mezclando pendorchos cónicos para
hornos con mis cigarrillos, a lo que simplemente y con generosa actitud
respondo: me inspiro, no aspiro. Voy a serle franco, dado que sigo
imaginando el mismo ángulo en su frente y un ceño extraordinariamente
más fruncido. La historia de la estrella y el
Sol es moneda corriente (guarda que electrocuta) en la historia del
hombre.
Es
muy probable que esta introducción no haya comenzado por el principio
clásico y tradicional, el típico y auténtico comienzo. De hecho (o
facto) es un empezar empezado, porque siempre es más fácil arrancar con
envión que romper la inercia del quietismo o reposo (para no hacer
mención a un movimiento ideológico... ¿qué loco no? un movimiento
llamado quietismo.... ¿se moverían despacito sus adeptos?)
En
fin, si llegó usted hasta acá (si pudo digerir tan escaramuzados párrafos
plagados de fruslerías) es porque quiere saber... algo. ¿No?
Bien,
el
Sol, divino y maravilloso Sol, es la autora de las obras que encontrarán
en este escondrijo. Gracias Hados, por darnos una vida con María Natalia
Canosa. Perdón, Zeus, si sientes que la magia de sus palabras supera la
fuerza de tus poderes. A ti también pido perdón Venus, por si te
sientes, con justa causa, desplazada de tu trono. Musas, ni todas juntas
en el mejor de sus días logran lo que ella en un instante de
inspiración. Minerva, te va a quedar mejor el jugo de limón que la
derrota al enfrentar a Nati.
La
pequeña estrella... ¿que quién es?... pues cada uno sabe la respuesta.
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