La flor y su amigo el pasto
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La
flor, Ramona, el pasto, Claudio, y la amistad enraizada en la maceta de la
ventana. Y el tema es el siguiente, mientras la tierra te tapa no se ve más
allá de la oscuridad, pero en el instante en que uno pasa el borde que
encarcela y se ve todo el afuera no se puede volver atrás. Y Ramona salió
a la calle y se olvidó de las sonatas que el pasto Claudio le tocaba.
¡Maldita desmemoriada! el pobre pensaba, yo prendido a la tierra y ella
toda empimpollada. ¡Terminemos con la sanata! le gritó ella ofuscada y huyó
a probar suerte a la florería que en Parque Chacabuco la esperaba.
¡Tonta! ¡Tonta! te van a dejar pelada, lloraba el pasto mientras
fotosintetizaba. Pero a ella muy poco le importaba del compañero
que la germinaba.
Mientras tanto, el pasto Claudio, cansado y descontrolado se unió a la
pesada de Avellaneda y la Tablada.
Y así separados continuaron sus vidas, ella cual diva disecada en una
vitrina y el liderando la hinchada, que te liquida si te agarran los
domingos festejando a la salida.
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